En
tu parcela sembré los más verdes
arbustos
y lo mejor de mis flores,
las
aboné con pasión, sueños
y
esperanzas,
desvié
hasta allí mansos
y
claros riachuelos y agua lluvia,
y
las protegí de vientos y tormentas;
de
tus rondas y visitas
vi
las huellas… aplaudí para mi…
y
vi brotar capullos y profusos pensiles.
Y
siendo de mi siembra afanosa
nunca
pude alcanzarlos,
un
tapial imperceptible
pero
franco, más que pétreo
muy
a tu pesar, lo sé,
habías
levantado en tu entorno;
y
me sonreías y me abrazabas
desde
el otro lado, en distancia
que
venció al tiempo
y
le llamó, perdido.
Encinas
y enredaderas ocultaron
nuestras
sombras
y
destinos que pasaron
que
irremediable también huyeron
con
las horas, con los días;
y
no fueron más jardín a tu imagen
ni
a tu nombre, esos ramilletes
de
vida y encanto,
fueron
solo tristes manojos
de
flores perdidas,
marchitas
y predestinadas
para
ser ofrenda
de
un camposanto.
Bolívar Delgado Arce
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Valoraré en sumo grado su inteligente como generosa referencia a este blog.