A la pianista Verónica Andrade Flores
Manos
cual niña pies descalzos
chapoteando,
o una doncella que deshoja
margaritas,
cimbra su cuerpo
cual palmera tierna;
cerrados, los ojos
vuelan y descifran
dulces notaciones
y el oído atrapa
eternos acordes.
Envuelve la estancia
perfuma
la embriaga
desparrama notas,
arruma estrellas
arrulla arpegios;
y no son de un mago
son manos de magia,
danzando al piano.
Bolívar Delgado Arce
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Valoraré en sumo grado su inteligente como generosa referencia a este blog.