Recuerdo pocos aguaceros
como si el niño que fui
hubiese atravesado el tiempo
sin conocer el hielo ni el temor
-angelito ingenuo-
como en la foto donde abrazo
mi reluciente, recién comprada
lonchera roja
de Conan el Bárbaro
como si el niño que fui
hubiese atravesado el tiempo
sin conocer el hielo ni el temor
-angelito ingenuo-
como en la foto donde abrazo
mi reluciente, recién comprada
lonchera roja
de Conan el Bárbaro
el infierno eran los otros
pero yo no lo sabía
la pobreza nos rodeaba
pero yo no lo sabía
una frontera de afecto
entre mi cuerpo y el mundo
una lámina invisible
hecha de agua salada
protegiéndome
de eso y de otras cosas
se encargó mi madre
que trabajaba lejos
y venía con la noche
y yo la esperaba como Argos:
abrazado a mi lonchera
esperanzado y fanático
absurdo y temeroso
de su inmortalidad
Por eso cuando supe
que Robert E. Howard
se mató a los veinte y nueve
para no ver morir a su madre agonizante
pensé en fantasmas de plástico
en intenso humo negro
en las cenizas de Conan
consumiéndose
y en mi lonchera roja
rota
por el paso del tiempo.
David Barzallo Guaraca
(Galardonado Poeta ecuatoriano)
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Valoraré en sumo grado su inteligente como generosa referencia a este blog.