martes, 25 de junio de 2019

ODISEA POR LA PIEDRA Y EL MAR

(Fragmento de un célebre poeta cañarejo invitado)

VII - EL PRETÉRITO
Ayer, en los menudos días del abecedario,
en el ábaco que enfila sus manzanas de colores,
en el lápiz despuntado con los dientes,
en la tiza y el polen de su mínima nieve,
estabas tú, dándome tu rostro, pequeño como un grano
de trigo. Quise poner la mano en piel,
como después, la diestra varonil, en el vientre
de las muchachas y medir tu estatura
y lactar en tus pechos de piedra, empinando
tu dulce pezón de capulí serrano. Hermosa
madre austral de solitaria arcilla, compañera
a través de la noche: por ti la tempestad
amaina sus relámpagos y el duro cielo suelta
su escuadrilla de golondrinas.

VIII - EL PRESENTE
Ahora, en tu remota luz los límites del hombre
han crecido y ya son nuestros la aureola de la desolación
y el pañuelo de las despedidas.
Nos vamos, cada vez. Yo, sobre todo,
que escogí el mundo alucinado de la poesía
y llené mis bolsillos con las estrellas
de tu noche. Yo que tengo en el pecho tu corazón
de tierra y salí por los valles
a cantar y gemir. Que conocí el amor
y emigré a prender tu estrella en la frente
de mis hermanos. Ellos están vigilando la muerte
y, sus sombras, al amanecer, rescatan el cadáver
de la rosa, el trigo, la geografía,
el geranio y la espiga.


                                        Enrique Noboa Arízaga

De: "Selección Poética"

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