martes, 24 de julio de 2018

UNA GRAN POETA ECUATORIANA INVITADA

MI PUNTO DE VISTA:   Mi Patria, en manos ahora de un puñado de timoneles sin más brújula que el odio, sin más ideas que la persecución (exceptuando los casos de verdadera corrupción); sin más Visión y Misión, que, a través de una gavilla funesta de "encargados", "desmontar" lo que tanto habrá costado construir, quienes en su ineptitud miran solo al pasado; liderados por la realmente patológica carga de traumas, desafectos y envidias imposibles de superar desde una silla de ruedas. Y a la manera más Cesarezca, ante su mediocridad e inacción frente al pueblo, se empeñan en darle circo...
Los Judas desde el génesis de la artera traición, coincidirán siempre en apuntar contra los hombres superiores...

PARA MIS GRANDES AMIGAS Y AMIGOS EN TODO EL MUNDO, ESTE POEMA DE UNA GRAN ESCRITORA ECUATORIANA:


ECUADOR, HORA CERO


De nuevo
tu soledad de viaje en mi maleta.
Entre pañuelos,
como una prenda limpia y bien doblada;
tristeza por tristeza, patria,
cada pliegue de tu oración de sal;
tu conocido aroma de jacintos
ahuecando la almohada.

El testimonio de tus hijos
se ha vuelto un frío sello de correos;
todas las penas juntas te acompañan
y Dios, más triste cada vez,
entre las hojas lentas
de tu devocionario.
Tu pena es la de todas las madres solitarias:
cambiar resina por higueras
y un no saber dónde poner
entre tanto espacio vacío de la casa,
tanta hojarasca dividiendo tu mesa y tu bandera.

Después de heredados añiles
y palidez de blancos coloniales;
después de un largo patrimonio
de dientes y dagas de metal, al caos insurrecto:
de las paredes intactas de tu gramínea inmaterial,
Atahualpa te mira, Fray Jodocko.
Dónde sembraste la cuenca de tu vaso de plata
trasplantado y estéril,
que no alcanza en la mesa?

No hay sitio para nadie
entre los desolados confines de la patria;
y se marchan, uno a uno,
a buscar su heredad; un destello de luz
sobre la cuarta parte de su cerrada oscuridad
sin trigo.

No era éste el prometido paraíso
ni ésta la hora de tu principio y fin;
te han canjeado lápices de colores
por denarios de plata devaluada
y han jugado a los dados
sobre tu vestimenta,
Madre Nuestra, que vas
de la diestra a la siniestra del pan
tanteando una salida.

Estás cansada de buscar una piedra frugal,
algún madero para reclinar la frente ciega
de demoler, a golpe de cuchillo,
los dioses que te habitan
en esta hora de vinagre y nada.
Pero qué harías, corteza, dulce hiel
de ponchos de ceniza,
sin el mármol vacío de tus héroes?
fuego, espejos para el viento,
estalactitas para fijar la puna?
Puentes levadizos de plata para el grito
de tus oscuros hijos con hambre de justicia?

Sea tu hora gris nuestro mañana al fin
y tu Dios proveerá
para el hijo del último de tus hijos
más sencillo y más puro.
Cuando fardos se vuelvan
tus rosas decapitadas por el viento;
cuando no quede casi en dónde guarecer
tanta llovizna gris sobre la frente
y la metralla sea gigantesca rosa amarillenta
de único, lapidario ojo alerta:
tu memoria me asista, patria mía!

Pueden equivocarse de vuelo las palomas;
errar el sueño tras el párpado hueco
y los gallos cantar cien veces más
en esta hora de piedra y de campana;
tu nombre, patria, me acompañe
y me repitas del pan al vino
y de la sal al vino nuevamente,
la fe es un escudo
y ésa será la herencia tuya: la esperanza.
Tu fe ha de hacerse cal entre mis huesos;
y mientras me nombren  con tu nombre mío,
ecuatoriana, a secas; basta!


                                     Saranelly de Lamas

De: "Antología de la Poesía Cósmica del Ecuador"
(Rodrigo Pesántez Rodas - Fredo Arias de la Canal)

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