Ya no hay un lugar aquí para ternuras.
El tiempo ha ido madurando las nostalgias
y el espacio de reduce solo a uno.
El tiempo ha ido madurando las nostalgias
y el espacio de reduce solo a uno.
Hay momentos que se viven sin sabor, hay sabores que se sienten sin vivir.
La cuna oscura que habría dado vida se rasga hoy en árida añoranza.
La soledad de un trazo blanco
marca el sendero al principio
y las manos se entrelazan rudamente, ante el jolgorio ajeno, indiferente.
Esas miradas viejas de lo nuestro
son testigos de la siembra y la cosecha de los años.
Juventudes que se han ido impunemente
dejan rastros de alegría, de muerte.
Se muere siempre aunque se viva.
Cada día que se apaga,
va diezmando la esperanza.
El mañana se hace eterno en su llegada
y el ayer se vuelve presa fácil, del lamento cotidiano.
La cuna oscura que habría dado vida se rasga hoy en árida añoranza.
La soledad de un trazo blanco
marca el sendero al principio
y las manos se entrelazan rudamente, ante el jolgorio ajeno, indiferente.
Esas miradas viejas de lo nuestro
son testigos de la siembra y la cosecha de los años.
Juventudes que se han ido impunemente
dejan rastros de alegría, de muerte.
Se muere siempre aunque se viva.
Cada día que se apaga,
va diezmando la esperanza.
El mañana se hace eterno en su llegada
y el ayer se vuelve presa fácil, del lamento cotidiano.
Esthela García Macías
(ecuatoriana)
De: "Voces que me nacen en los dedos"