El día de hoy, el
incesante, rítmico y celestial golpe del yunque se ha detenido; el ensordecedor
ruido de las máquinas y motores han hecho un alto momentáneo; el hombre del
agro y su yunta de bueyes descansan por un instante; el fragor y la vida misma
diaria nos muestra otra cara, y se puede decir que hoy, "el sol sí brilla
para todos”.
Es que el calendario
pasajero y esquivo marca el día 1 de Mayo, día del trabajador ecuatoriano, día
del trabajador latinoamericano y mundial; pero,... dediquémonos a meditar un
momento: ¿Qué es el trabajo?, Qué es
un trabajador?, y traigo la voz y la palabra por demás autorizada
de su Santidad Juan Pablo II, que en su Encíclica "Laborem Excersens"
nos dice: "Con su trabajo el
hombre ha de procurarse el pan cotidiano, contribuir al continuo progreso de
las ciencias y la técnica, y sobre todo a la incesante elevación cultural y
moral de la sociedad en la que vive en comunidad con sus hermanos”.
Y, "trabajo" significa todo tipo de acción realizada por el hombre independientemente de sus
características o circunstancias; significa toda actividad humana que se puede
o se debe reconocer como trabajo
entre las múltiples actividades de las que el hombre es capaz y a las que está
predispuesto por la naturaleza misma en virtud de su humanidad. Hecho a imagen
y semejanza de Dios en el mundo visible y puesto en él para que dominase la
tierra, el hombre está por ello, desde el principio, llamado al trabajo.
El trabajo es una de las características que
distinguen al hombre del resto de las criaturas, cuya actividad, relacionada
con el mantenimiento de la vida, no puede llamarse trabajo; solamente el hombre
es capaz de trabajar, solamente él puede llevarlo a cabo, llenando a la vez con
el trabajo su existencia sobre la tierra. De este modo el trabajo lleva en sí,
un signo particular del hombre y de la humanidad, el signo de la persona activa
en medio de una comunidad de personas; este signo determina su característica
interior y constituye en cierto sentido su misma naturaleza.
Pero,
si meditamos un poco más veremos que la diminuta hormiga, la afanosa abeja, el
asno y el buey cantan también su himno al trabajo, cada uno al igual que el
hombre, pero en circunstancias diferentes, están día a día entregando su
esfuerzo, su habilidad y su vida en pos de la consecución de su motivo, de su
empeño, de su meta.
Veintiún siglos le tienen una incalculable y eterna deuda
al trabajo, veintiún siglos que las
notas marciales, desafiantes y vencedoras, cruzan el espacio cantando al
esfuerzo humano, al trabajo creador y noble, desde el mismo momento en que la
mano del hombre se empeñó en confeccionar una rudimentaria flecha o cuando
trabajó incesante para conseguir poner en movimiento una máquina de
vapor, o cuando entregó todo de sí para elevarse por los aires en un primitivo
monoplano; mas, no podemos negar
que ellos fueron los pioneros para que el trabajo cada vez más avanzado y
técnico pusiera hoy al hombre en el cosmos, al mando de sorprendentes e
inimaginables aparatos; aunque también mentes malignas desvíen ese conocimiento
e inteligencia hacia causas y efectos negativos.
Pero, ¿por qué el
1 de Mayo es el Día Universal del Trabajo?; pues, recordemos que un día como
aquel, en 1886, los trabajadores y obreros de las fábricas de la ciudad
norteamericana de Chicago, cansados del yugo imperialista que les oprimía y
exprimía sus vidas, obligándoles a trabajar un excesivo número de horas al día,
a cambio de miserables salarios acompañados de inhumanos tratos, decidieron levantar
sus puños y decir; ¡Basta Ya! y se volcaron por millares a las calles de la
gran ciudad a protestar y exigir mejoras en su ritmo de trabajo, en un
movimiento clasista sin precedentes en la historia; movimiento que conmovió
las bases mismas del imperialismo explotador y abrió las puertas, y encendió la
antorcha de la insurrección obrera y popular organizada, en el resto del
mundo; mas, los patronos, prepotentes y sordos, lanzaron contra ellos a toda la
Policía y otros grupos mafiosos, quienes arremetieron salvajemente contra los
obreros, causando la muerte y sembrando con miles de cadáveres las calles de
Chicago, que se vieron bañadas de sangre noble, bravía, vívida y gloriosa, de
seres que dieron lustre al movimiento obrero y que pagaron con sus vidas el
precio del triunfo que llegaría después, cuando se reconoció oficialmente las 8
horas diarias de trabajo, es decir las 40
horas a la semana y otras reivindicaciones, en cuyo honor y memoria
se celebra cada año, con unción y excelsitud, el Día Universal del Trabajo.
En este día,
hagamos nosotros también un alto a nuestra faena y digamos: ¡loor al trabajador
en su día, loor al pequeño trabajador que limpia zapatos, vende billetes de
lotería o periódicos por las calles; loor al obrero, al artesano, al
agricultor, al maestro, al trabajador intelectual y a todos aquellos que de una
u otra forma mantienen "encendidos los motores” de la vida y del
desarrollo de nuestra planeta!
Para terminar, permitidme que cite
unos versos sobre el trabajo, que Pablo Neruda escribiera:
"Allí pude, en mi
piedra central, extender al
aire
ojos, oídos,
manos, hasta oír
libros, locomotoras,
nieve, luchas,
fábricas,
tumbas, vegetales pasos,
y de Manhattan la luna en el navío,
el canto de la máquina que hila,
la cuchara de hierro que come tierra,
la perforadora con su golpe de cóndor
y cuanto corta, oprime, corre, cose:
y cuanto corta, oprime, corre, cose:
seres y ruedas repitiendo y naciendo.
Trabajo
edificado en lo desconocido,
es tu paz de panal lo dulce
tuyo…”
Bolívar Delgado Arce
De: "Desde el Atril" (Libro de Conferencias. Inédito)
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Valoraré en sumo grado su inteligente como generosa referencia a este blog.